Capítulo 2
Vamos como si estuvieran en su casa…no tenían respeto ninguno. Pensé que Adrik se comportaría de manera diferente pero al igual que Ilan se fue a mi cocina como si se dirigiese a la de su propia casa y no ha la de la casa de una chica en la que habían entrado a la fuerza… vale puede que exagere un poco.
Ilan igual, encendió la tele y se puso a verla. Refunfuñando me senté a su lado. Estuvimos viendo, en silencio, la noticia de otra “criminal”. Intercambiamos algunos sarcasmos por lo bajo y después de que terminaran de dar la noticia nos fuimos a la cocina.
Allí Adrik estaba sentando en la mesa comiendo una manzana. Ilan se puso a rebuscar en el Frigo.
-Vosotros como si estuvierais en vuestra casa.-le dije sarcásticamente,
-Que te den, nos dejaste pasar, nos cediste tu casa.-y encima tenía la cara de decir eso.
-Entrasteis a la fuerza.-le dije mientras me acercaba y le apartaba del Frigo. Me puse a mirar lo poco que tenía aunque bastante variado.
-Que más da. Déjame, tengo hambre.- diciendo esto dio un paso y por debajo de mi brazo saco pollo, mantequilla, ajo y cebolla. Se fue hacia la vitrocerámica y yo me fui a sentar junto a Adrik mientras observaba como miraba entre mis estantes.
-La olla esta en el estante de arriba pero ten cuidado y no incendies nada.-le dije intuyendo sus intenciones.
Me sonrío de tal forma que hizo que mi corazón diese un vuelco. “Idiota te sonríe por que te odia” me dijo la pequeña y aguada voz de mi conciencia.
-No creo que sea peor que tú.-miro para abajo un momento antes de ponerse a buscar la olla. Después de un rato, en el que abrió todas las puertas de los armaritos, por fin encontró la olla que casi se le cae en la cabeza.
-¿Por qué no miraste ahí como te dije?- le dije puesto que no me había hecho caso y se había puesto a buscarla al azar.
-Por que bien podrías haberme mandado a agarrar algo que me mataría.-dijo mientras cortaba el ajo. Yo enarque una ceja ante ese comentario pero decidí que era mejor ignorarle.
Estuve un rato ausente sin mirar en nada en particular pero después de un rato me percate de que hoy no me había duchado. Sin decir nada, me fui de la estancia y me dirigí al cuarto de baño.
Allí me duche, tarde como media hora, y me cambie completamente de ropa. Me peine delante del espejo un poco a la ligera.
Me quede observando mi cara un rato. Era extraño sonreía pero yo juraría que estaba seria. Sacudí la cabeza. No me iba a poner a delirar justo cuando tenía los hermanos del infierno en mi cocina haciendo solo Dios sabe que.
Cuando llegue ya estaban comiendo. Adrik con la elegancia de un pingüino e Ilan…estaba como pensativo…
-¿Por qué no me esperasteis?-coji lo que supuse que era mi ración y me puse a comer.
-Yo grite no se cuanto, que no te enteraras no fue mi problema, además el único que no te espero fue hijo de mama pingüino, yo aun no he tomado bocado.- dijo con la voz más rara que le había odio hasta entonces. Pare de comer y le mire algo preocupada.
-¿Te pasa algo?-dije con una voz que sonó maternal.¡Ag! ¿M estaba preocupando por el mayor hijo de puta que podría haber conocido?
-¡A ti que mas te da!, métete en tus asuntos.-dijo con algo más de brusquedad pero el tono raro seguía en aquellas palabras.
-Si vives aquí, todo lo que te pase es problema mío.-le dije intentando sonar razonable.
-Y una mierda a que te dejare tratarme como un cacharro desvalido.-pero como el era tan razonable como una vieja cascarrabias deje de intentar averiguar que le pasaba.
El resto de la comida la pasmaos en silencio pero yo le miraba sin que el se enterase. Podía parecer atento a la comida pero en verdad estaba pensando en otras cosas.
Al acabar recogí la mesa y me puse a fregar los platos. Tarde muy poco en hacerlo pero aun así estaba cansada…decidí ir a mi cuarto a tumbarme un poco.
Cuan grande fue mi sorpresa al ver a Ilan sin camiseta (si, si, sin camiseta) y tumbad boca abajo en mi cama. Me puse roja tanto de vergüenza como de rabia.
-¡Idiota! ¡No quiero que estés en mi cama y mucho menos si estas sin ropa!-el levanto un poco la cabeza. Intente ocultar el rubor que me había inundado el rostro. Puede que no le aguantara pero había que reconocer que el chaval estaba bien formado.
Bueno al parecer el se dio cuenta de lo que pensaba.
-Si continuas así en dos minutos te tendré entre mis brazos.-me dijo con aquella
sonrisa de idiota. Volví a sonrojarme pero esta vez intente que pareciera de rabia.
-¡Deja de ser tan egocéntrico!-me acerque a la cama e intente que se bajara. El extrañamente me obedeció. Se levanto y se quedo enfrente de mí sonriéndome.
-Pequeña zorrilla deberías dejar de meterte en mi vida.-
-¿Meterme en tu vida? ¿Quién ah sido quien se metió en mi casa? ¿Quién fue el que…?-pero no pude decir más por que sus labios ya estaban sobre los míos. Intente separarme pero el me agarro la cabeza impidiendo cualquier escapatoria. Diría que este primer beso fue el mejor del mundo…mentiría si lo dijera ya que fue con la peor persona que conozco y un beso de lo más rudo. Pero también mentiría si dijera que no me gusto.
Se separo de mi y se tumbó en mi cara mirándome con claras intenciones de…
-Bien…eso fue…extraño.-dijo pensativo.
-Y que lo digas pensé que tendría más posibilidad de que me besara un avestruz que tu.-le dije muy sinceramente.
-Bien, los avestruces no besan tan bien como yo.-dijo con toda su prepotencia mientras se quitaba el pantalón, estaba en calzoncillos. Tragué saliva y mire a otro lado. ¡Oh Dios! Estaba buenísimo pero…
-No te me resistas al final acabaras cayendo.-no le mire cuando me hablo permanecí en la misma posición. Entonces sentí como alguien tiraba de mi brazo hasta que caí sobre la cama.
Bufó mientras se ponía encima de mí. El recorrió mi cuerpo con sus manos mientras me besaba el cuello. Vale, era una sensación agradable peor ahora no quería, no con el.
Intente safarme pero el no me dejó, al contrario, cojio mis muñecas y las sujeto fuertemente mientras me seguía atrayendo hacia si. Me beso una y otra vez pero el a mi…yo a el no.
-Por favor…no quiero…-le dije con voz lastimera.
-Que mas da, ahora si me dejas, quiero dormir.- se acostó dejándome libre y yo me quede bastante sorprendida.
Aun así no tuvo que decirlo dos veces para que me fuera. Aun después, de dar mi primer beso y de ver un pequeño síntoma de bipolaridad, me sentía cansada así que me fui al cuarto de los invitados. Era pequeño y solo tenía una cama en la que apenas cabía pero aun así me dormí.
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Me levanté con algo de dolor de cabeza y de cuello. Me estiré un poco antes de mirar hacia la ventana y ver que estaba recién amaneciendo… ¡Normal que me doliese la cabeza! ¿Cuánto habría dormido? ¿Veinte horas? Era barbaridad.
Me levanté de la cama, la cabeza me seguía doliendo pero intente acallar el dolor mientras iba al cuarto de baño y me lavaba la cara. Mire el espejo, todavía me acordaba de lo que había pasado ayer. Como si supiera lo que estaba pensando, mi reflejo en el espejo asintió.
Un escalofrió me recorrió la espalda y me aleje inmediatamente del espejo. ¿Qué narices habría pasado? ¿Me estaba volviendo loca? La imagen del espejo me sonrió como si supiera y disfrutara del miedo que me producía.
Salí inmediatamente del baño y decidí ir a la cocina e intentar despejarme para aclarar un poco mi mente. Desde luego estaba mal de la cabeza… ¿Cómo podía haberme imaginado a mi reflejo respondiéndome? Puede que eso me pase por lo sola que me siento… vale, quizás Ilan y Adrik serian mi compañía durante un mes, pero…menuda compañía…
La cocina estaba desierta y, no me extrañaba, por que según el reloj que estaba sobre la puerta eran las siete de la mañana… apenas acababa de amanecer…por suerte todavía estaba expulsada del instituto unos días más así que aunque me levantara muy pronto no tendría que darme prisa en prepararme como solía hacer.
Ahora que pensaba en el instituto me acorde, de que todavía no había hecho los deberes de ayer. Bueno que más me daba… si al fin y al cabo a quien puntuaban era a quienes no los hacían… que contrariedad mandar una csoa para ver quien NO la hace… El mundo estaba loco.
No tenía sueño, ni hambre, no sabía que hacer. Hacía días que no me ponía al ordenador pero, la verdad, es que conectarse a estas horas resultaría un poco de frikis. No tenía ganas de leer ningún libro de la estantería ya que cada uno me lo había leído por lo menos siete veces… debería pensar seriamente en reponerlos.
Vale, gano la opción más fácil, sencilla y friki de entretenerme a esas horas… el ordenador.
Fui a encender el router que estaba en el salón y casi corriendo subí a mi cuarto donde tenía el ordenador sobre un escritorio. No sabía por que había corrido… bueno realmente no sabía lo que era aquella sensación que me había impulsado ha hacerlo, era extraña, como si no quisiera estar mucho tiempo en las escaleras de mi propia casa.
Suspiré.
Me estaba volviendo más paranoica de lo que era y, sinceramente, no había ganas de serlo.
El ordenador ya había iniciado sesión así que, me metí a Internet. No tenía hecha ninguna cuenta de nada ya que si no tenía amigos en persona, ¿Cómo los podría tener por una red social?
Así que, sin correo ni facebook que mirar, me puse a buscar a “criminales” de la sociedad. Tenía curiosidad por saber cuanta gente había usado la cabeza en esta degradante ciudad.
Vi los casos que hacía poco que habían salido en la tele. Al hombre que, ayudo a una mujer apuntó de ser violada, le cayó un año de prisión.
Bueno no era mucho para el acto tan “cruel” que había cometido… si por supuesto y yo soy pelirroja, negra y de ojos azules.
Cansada de ver tantas tonterías decidí apagar el ordenador. Me quede inmóvil en la silla y todavía con dolor de cabeza.
Baje a la cocina a por aspirina. Estaba caducada… tendría que ir a la farmacia a eso de las nueve que era cuando abrían, así que de momento me quedaría sola en el salón hasta que abriesen.
Me eche en el sofá. “No te duerma, note duermas” me repetía ya que si me quedaba dormida, cuando me volviera a levantar, me dolería la cabeza más todavía. Así que estuve en buen rato intentando no dormirme pero fue casi imposible… casi por que no me dormí del todo, solo entre en un estado de semiinconsciencia. El cual es bastante incomodo por que cuando te despiertas del todo no sabes exactamente si tu conciencia ha oído bien las cosas en ese estado. Yo por lo general, cuando estaba con mis padres, y me quedaba así en el sofá después de levantarme les preguntaba si lo que había oído era verdad. Solían mandarme muy elegantemente a la mierda.
No se cuanto tiempo estuve hacia en el sofá cuando unas pisadas me despertaron.
-Existen las camas.-me reprendió un Adrik recién levantado. Me senté sobre el sofá mientras bostezaba y me estiraba.
-Recuerda que es MI casa.-dije recalcando la palabra mi. El simplemente se encogió de hombros y se fue a la cocina.
-¿Me podrías decir que hora es?-le dije ya que una punzada en la cabeza hizo que me acordara de las aspirinas.
-Las diez.-obtuve por respuesta. Me levante inmediatamente y me fui a mirar al espejo de la entrada. Estaba medianamente bien para salir a la calle, si no contaos con los pelos de bruja que tenía, pero aun así no tenía tampoco muchas ganas de peinarme para ir a solo una calle de la casa.
Coji las llaves y el monedero que estaba en el armario de la entrada y salí a la calle. Un sopló de aire fresco hizo que la cabeza se me asentara un poco más pero aun así, lo único que me quitaría el dolor sería una aspirina.
-La zorra apareció.-miré a la izquierda de donde venía la voz y me encontré con el rubito sentado en su coche y con una puerta abierta…y desnudo… solo con el boxes. Me puse algo roja e inmediatamente desvié la mirada.
-Y el gilipollas me habló.-fue lo único que le dije antes de dirigirme en dirección contraria.
La calle de las Residencia son era muy larga por lo que no tarde en llegar a una avenida comercial. Hoy era día de mercadillo. Ósea, hoy abría más de un robo.
Los mercadillos se hacían para robar más que para vender. Los dueños de los toldos dejaban a cargo a algún familiar suyo y se daban la vuelta por el mercadillo haber si lograban ver un puesto desprotegido para robarlo. Me preguntó si no sería más fácil que se dedicasen a vender de verdad.
Por suerte en la ciudad existían tiendas de verdad como la farmacia, lo que más deseaba ver en estos momentos. Y lo ví, la crucecita morada parpadeaba sobre un pequeño letrero.
Me metí en ella y estuve buscando por las blancas estanterías de l apequeña tienda. No tenían aspirinas así que me fui al mostrador a preguntar.
-Para zorras como tu no hay.-me respondió el farmacéutico. Hice un enorme esfuerzo para no poner los ojos en blanco.
-Ahora en serio… ¿no hay?-le pregunté de nuevo. El me negó con la cabeza y como despedida me obsequio con la vista de su dedo corazón. Incluso la gente responsable de la salud de los demás eran unos cabrones. No se como me seguía sorprendiendo, debería estar acostumbrada.
Llegué a casa pero de lo que me fui. ¿Seguro que era solo un dolor de cabeza?
Incremento mucho mi dolor cuando vi un gordito repulsivo sentado junto a mis huéspedes, los cuales parecían bastante sorprendidos.
-Adrik, Ilan… no os preocupéis es mi primo Gorka…